El nuevo

- ¿Puedo jugar? - preguntó el niño al grupo que pateaba un balón en la calle. El partido se detuvo y los niños que jugaban se acercaron al recién llegado. Todos se fijaron inmediatamente en el bulto deforme que se marcaba bajo la camiseta en la espalda del nuevo. A pesar de que estaba casi totalmente erguido y de que la camiseta era varias tallas más grande, la protuberancia irregular era imposible de ocultar, sobre todo a la altura de los omóplatos, donde era más evidente.

Sin responder a la pregunta los niños comenzaron a burlarse del nuevo llamándolo quasimodo, camello, gibado y otros insultos que nada tenían que ver con su malformación.

El agraviado dejó escapar un suspiro que se desvaneció junto con sus ganas de jugar al fútbol. Se quitó la camiseta, desplegó sus alas y se fue volando de vuelta al sitio de donde vino.

13 comentarios:

Ana Belén García Sánchez dijo...

Muy bueno... un final sorprendente. Me gusta!!!

Puck dijo...

Precioso!!!!! Me ha gustado mucho. Ese final es impresionante
Saludillos

Sara Lew dijo...

Me hubiese gustado ver la cara que se les quedó a los niños cuando él se fue volando...

Estupendo, Roberto. Un saludo.

montse dijo...

Espero que le diese tiempo a remontar el vuelo antes de que reaccionasen. Muy bello.

Roberto dijo...

Muchas gracias, queridas Rela, Puck, Sara y Montse.
Me gusta que les haya gustado :-)
Muchos abrazos.

Rublo80 dijo...

Estupendo relato, Roberto.
En la religión hindú, los niños deformes son a veces alabados como deidades.
Un saludo.

Roberto dijo...

Muchas gracias, Rublo, bienvenido por estos lares.
Es interesante lo que comentas, no lo sabía pero el micro pareciera estar un poco inspirado en eso.
Un gran saludo.

El conocimiento es un amigo mortal dijo...

Hola Roberto:

Eres único transformando historias. Es una habilidad más difícil de lo que parece a simple vista. Porque hay que saberlo hacer en el momento justo para sorprendernos. Y tú lo consigues. Los niños y los que un día lo fuimos y, algo nos queda, en cuanto a historias se refiere, somos en buena medida conservadores. Las queremos volver a escuchar con las mismas palabras de la primera vez, por el placer de reconocerlas, de aprenderlas de arriba abajo, de volver a experimentar las mismas emociones del primer encuentro, en el mismo orden hasta la sorpresa y satisfacción finales. De ahí la importancia a la hora de elegir el momento justo y no en otro las operaciones de descomposición y recomposición, que deben ser simultáneas...
Otro aspecto importantísimo es el que demuestras, en el plano de la intuición, en un auténtico análisis de la historia. La alternativa final debe tener su eficacia, desdramatizar el principio, renovando el interés en la historia misma, hacerla revivir por otro camino, desafiando al que la escucha a afrontar la libertad sin miedo...

Un fuerte abrazo.

Pablo Gonz dijo...

Derroche, porque hubiera sido un alero excepcional. ¡Malditos niños!
Abrazo,
PABLO GONZ

Nicolás Jarque dijo...

Roberto, estupendo relato. Me ha sorprendido mucho el final. No lo esperaba.
Un saludo.

Roberto dijo...

Amigo conocimiento: muchísimas gracias por tus comentarios. Realmente me alientan a seguir adelante con esto.

Pablo: ¡Muy bueno! :-D Gracias por pasarte y dejar tu huella.

Nicolás: ¡Estupendo! Si consigo sorprenderte a ti seguramente estoy sorprendiendo a novecientos noventa y nueve de cada mil. Saludos alados.

Anibal Solipa dijo...

Epale maestro!!!!, excelente historia....

Roberto dijo...

Gracias, pañita naibal :-)