El Investigador

El investigador miraba fijamente el artefacto que tenía enfrente. Escuchó un ruidito en la ventana y desvió la vista hacia allí un momento, para volver a posarla rápidamente en el objeto de su concentración.
En ese preciso momento descubrió la causa por la que el aparato no funcionaba según lo esperado, aún después de muchos años de investigación.
Lo arregló, y desde entonces hasta el día de su muerte, treinta y cinco años después, vivió cubierto de gloria por su revolucionario invento.
Lo que nadie supo nunca es que en todo ese tiempo, al investigador se le erizaba la piel y se le humedecían los ojos de la emoción al escuchar una abeja chocar contra un cristal.

La grano de maíz

Nunca me gustaron las palomitas de microondas. Lo siento como algo demasiado... impersonal. Por eso tenía yo una taza de granos de maíz en la mesa de la cocina, con la intención de preparar una ponchera al estilo antiguo y comerlas viendo una película.
Estaba en la sala, poniendo a punto el DVD, para poder empezar a ver la película apenas las palomitas estuvieran listas. No hay nada que odie más que empezar a comer palomitas antes de que empiece la película, y no hay nada que me guste más que las palomitas todavía calientes.
Cuando configuraba los subtítulos, llegó mi hija pequeña y me dijo:
- Papá, ven para que veas la grano de maíz en la mesa.
- No, hija, se dice el grano de maíz - la corregí.
- Ah - respondió. - Bueno, ven para que la veas.
Esta vez no la corregí, sólo la seguí hasta la cocina, donde me mostró con sonrisa orgullosa un gran círculo en medio de la mesa, hecho con los granos de maíz .