El Investigador

El investigador miraba fijamente el artefacto que tenía enfrente. Escuchó un ruidito en la ventana y desvió la vista hacia allí un momento, para volver a posarla rápidamente en el objeto de su concentración.
En ese preciso momento descubrió la causa por la que el aparato no funcionaba según lo esperado, aún después de muchos años de investigación.
Lo arregló, y desde entonces hasta el día de su muerte, treinta y cinco años después, vivió cubierto de gloria por su revolucionario invento.
Lo que nadie supo nunca es que en todo ese tiempo, al investigador se le erizaba la piel y se le humedecían los ojos de la emoción al escuchar una abeja chocar contra un cristal.

No hay comentarios: