Pero llegado el momento no encontró qué decir. No había palabras para expresar lo que ella significaba para él, ni términos para definir lo que sentía estando a su lado, ni frases que explicaran lo que estaba dispuesto a hacer por ella.
Así pues, no le quedó más remedio que demostrárselo con hechos los cincuenta años que vinieron después de que Rosita respondiera a su silencio con un “sí”.
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Este microrrelato fue uno de los dos que envié, sin éxito, al concurso de la Fundación César Egido Serrano.
8 comentarios:
Ais! como me ha gustado... a veces el silencio es también una opción...
Cuando las palabras son menos bellas que un bonito silencio acompañado de una hermosa mirada.. no hace falta decir nada.
Precioso , me reitero.. me gusta tu estilo...
Beso.
Sip, hay silencios que pueden ser maravillosos.
Yo también me reitero en mi agradecimiento y en mi invitación a que vuelvas :-)
Hasta pronto.
Es bellísimo este relato, Roberto. Enhorabuena.
Muchas gracias, Sara.
Un placer tenerte por aquí, vuelve cuando quieras :-)
Roberto, como dicen, el movimiento se demuestra andando, hay gente que habla muy bien y luego no acompaña con sus actos. Me gustó el personaje de tu cuento.
Abrazos
Gracias, Anita. Me gusta que te haya gustado el personaje. Si existieran muchos como él el mundo sería un lugar mejor :-)
¡Bienvenida!
Un silencio y muchos hechos valen más que millones de palabras. Siempre puede regalarle un libro de poemas :-)
Saludillos
Puck, el hombre iba tan confiado en que sería capaz de expresarle su amor que no pensó en esa alternativa. Pero es un buen consejo para sus hijos :-)
Más saludillos para ti
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